La apertura de los cines en las primeras décadas del siglo XX se convirtió en un exponente de la modernidad. La proyección, entendida como un logro técnico que permitió ver películas en una sala de cine, representó una novedad; fue una revolución en la manera de divertirse y conocer relatos epocales. Pero esa modernización llegó al declive.
Hoy lo que se identifica como ebullición de un tiempo es estado en decadencia. Lo que hizo a los cines un hecho modernizador fue la construcción de un sujeto espectador relacionado directamente con un tiempo y un espacio. Si los cines desaparecen y pierden su uso, la experiencia del séptimo arte se modifica. ¿Qué nos anuncian esos espacios de su tiempo y del presente?

Cine Imperial (1970-2001).
Ciudad Bolívar, Venezuela
Fotografía: Aymara Arreaza R., 2009.

Autocine (ca. 1972-2001).
Ciudad Bolívar, Venezuela
Fotografía: Aymara Arreaza R., 2009.

Cine Imperial (1970-2001).
Ciudad Bolívar, Venezuela
Fotografía: Aymara Arreaza R., 2009.

Detalle del proyecto expuesto en Fabra i Coat, 2011.

Texto publicado en el Papel Literario el 21 de abril de 2013.