Aymara Arreaza R.

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La órbita Xcèntric. Visibilidades recicladas


Publicado en
Papers d'Art
Data
Jun 5th, 2007




Xcèntric es la programación estable de cine y video que tiene el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB) desde la temporada 2001. Su principal objetivo es difundir aquellas producciones audiovisuales que, por diversas razones, han quedado al margen del circuito comercial. Una de ellas por ser cine experimental y de compromiso artístico. Durante el 2007 el CCCB quiso festejar la trayectoria de Xcèntric y establecer, a partir de una exposición, las bases para su continuidad. La muestra propone un recorrido por el mapa de estas manifestaciones cinematográficas, contradirección porque se alejaban de las corrientes más normativas del bastante difundido cine de entretenimiento. Los siguientes autores cinematográficos conforman la larga lista que exhibe la exposición: Chantal Akerman, George Kuchar, Jonas Mekas, Shirley Clarke, Trihn T. Minh-Ha, Abbas Kiarostami, Jean Luc Godard, Manoel de Oliveira, Philippe Garrel, Jean Genet, Larry Gottheim, Jean Eustache, Johan van der Keuken, Stan Brackhage, Peter Kubelka, Guy Maddin, José Val del Olmar, Kenneth Anger, Len Lye, etcétera.

La programación de cine del CCCB funciona entonces como marco para reconocer muchas corrientes artísticas que se han nutrido de películas experimentales, vanguardistas y de poca difusión comercial. Ahora, con el rastro y la visualización de estos productos artísticos, el espectador tiene la oportunidad de conocer otros referentes que nutren, sin duda, las propuestas contemporáneas. Después de cinco años de programación, Xcèntric ha tenido gran  impacto en el público y se ha consolidado porque ha sabido demostrar que mucho de lo que se propone actualmente, desde el videoarte a instalaciones, pasando por otros registros, se ha nutrido de las fuentes que hoy por hoy podemos ver en el archivo Xcèntric. Por eso, después de cinco años ininterrumpidos de programación, Xcèntric se torna tema de estudio y reflexión.

El encuentro con Andrés Hispano, programador de Xcèntric y co-comisario de la exposición That´s not Entertaiment! –que tuvo lugar en el CCCB del 22 de diciembre al 18 de marzo–, fue propicio para comentar temas que giran en torno a cuestiones de la tensión que crea el cine expuesto, los circuitos de producción experimentales, además de la importancia que cobra en estos tiempos generar espacios de circulación de discursos visuales ajenos a la catalogación de las imágenes fílmicas, dígase drama, comedia, documental, entre otras etiquetas.

Aymara Arreaza:¿Qué supone ver las películas que programa Xcéntric y que muestra a trozos la exposición?

Andrés Hispano:Básicamente ver las películas. Este cine ha estado muy sujeto a la invisibilidad. Entonces lo primero es tener acceso a las películas para empezar a eliminar todos los prejuicios que se han velado a partir de los pocos teóricos que escribieron sobre eso. Con la exposición será posible hacer lo que las proyecciones solas no siempre pueden hacer de la mejor manera: enmarcar las obras, movimientos y autores dentro del espíritu que los propició. El cine, pues, tomará aquí forma de textos, imágenes y referencias, técnicas, sociales o políticas, que ilustrarán su razón de ser.

AA:¿Cuándo y cómo empezó Xcèntric?

AH:Xcèntric nació de una propuesta triple. Por una parte, José Ángel Alcalde, programador desde el principio de Xcèntric, pasó al CCCB un proyecto de carácter exclusivamente documental. Por otra, el centro –seguramente el primero en España– desde sus inicios incluye una sala de cine, un departamento de audiovisual y una programación permanente. De tal manera que las diversas inquietudes empezaban a encajar para configurar un espacio de visualización de piezas cinematográficas alternativas.

AA: ¿Entonces el CCCB se arriesgó con la propuesta?

AH: Digamos que la propuesta llegó en un momento en el que el Centro de Cultura Contemporánea se dio cuenta de que tenía suficiente entidad y libertad como para hacer una programación propia, y aprueba la propuesta de José Ángel Alcalde, con los que trabajan conjuntamente Ángela Martínez  y un servidor.

AA: ¿Qué suponía programar y abrir un espacio con esas características en el 2002?

AH: En ese flujo constante de imágenes que no tenía lugar hasta entonces, el CCCB marcó la pauta que siguieron otros centros de arte en España. Tal es el caso del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba), pero también garitos como el Antic Teatre y cantidad de locales que tienen proyección de vídeos. Desde la iniciativa del CCCB se desplegó una movida que amplió el radio de acción de las proyecciones cinematográficas a manifestaciones más directas y espontáneas. La gente se da cuenta de que hay todo un bagaje, un intercoro de imágenes que no han tenido la circulación que merecen.

AA: ¿Cómo se plantearon la exposición de este tipo de cine que ha tenido tan poca circulación?

AH: Este tema tuvo mucha relevancia en un ciclo de conferencias que tuvo lugar en el CCCB a propósito de la exposición. Allí se reunió gente muy acostumbrada a exponer cine, preservarlo, conservar las películas y, por supuesto, al debate de preservar las memorias. En ese marco se discutió sobre la dificultad de difundir, distribuir y dar visibilidad a cierto tipo de cine. Por eso nuestro planteamiento fue exponer conceptos que definen la manera como se entiende el cine desde la programación del ciclo. Otra cosa que plantea la exposición en sí misma es que exponer cine a veces implica no exponerlo en las mejores condiciones o en las condiciones básicas. Se exponen fragmentos.

AA: ¿A qué llegaron?

AH: En este debate se planteó la idea de que, si haces un ciclo de cine o una exposición, está claro que un museo no es una sala de cine y una sala de cine no es una sala de exposiciones. Sin embargo, si se hace una exposición sobre Alfred Hithcock, todo el mundo lo tiene en mente, entonces puedes ir a una exposición a ver un argumento sobre él y su obra. Pero, por el contrario, un argumento de un cierto tipo de cine del que la gente no tiene memoria, pareciera que la misma sala expositiva tenga que mostrar ese cine a la vez que integrar un discurso y dar a conocer esos cineastas. Precisamente esa es la identificación que pareciera no se da en el momento en el que se plantea una exposición sobre un cine que no es conocido. Esta es la labor de Xcèntric, dar a conocer esta parte velada de la historia cinematográfica.

AA: Xcéntric desvela todo un tipo de cine que para la gran mayoría no es habitual. ¿Esa fue una dificultad en el momento de plantearse la exposición?

AH: La exposición nace como un proyecto más que permite celebrar cinco años de Xcèntric. Xcèntric son proyecciones de cine regulares en el Centro de Cultura Contemporánea, que viene a hacer lo que hacen muchos centros de arte contemporáneo en Europa desde hace algunos años: proyectar con regularidad cine entendido dentro del marco del arte, como disciplina artística. En Europa esto es relativamente recientemente, se viene haciendo quizás desde hace 15 años, prácticamente con regularidad 10 años, y en España –concretamente en el CCCB– son 5 años. Por eso ahora Xcèntric es referencia, puesto que bastantes centros, incluso el Macba, tienen presente que han de tener una sala de proyecciones, que es inimaginable un centro de arte sin una sala de proyecciones o una programación de cine. Entonces la manera de celebrar el quinto aniversario de Xcéntric fue plantear la exposición así como la publicación del catálogo, que puede funcionar como un libro de referencia.

AA: ¿Qué estrategias desarrollaron para plantear una exposición tan diversa?

AH: La exposición parte con el hándicap, que también se puede mirar como un reto. No es una exposición centrada en un tema o autor específico, sino que tiene un cierto carácter generalista o didáctico en un entorno que es muy ecléctico y muy amplio. Incluye cine experimental, documental, de ensayo, cine como arte, reflexivo sobre su propio medio. Entonces lo que hemos hecho es imaginar un concepto de cine que sirve para exponer una definición bastante más amplia de la que el cine de explotación o el circuito de cine comercial proponen. Lo que hemos hecho –un poco la trampa ha sido– es que, en lugar de presentar una historia cronológica o presentar una historia del cine experimental, hemos presentado prácticas cinematográficas que de alguna manera discuten –de una forma muy visual, evidente– la disciplina normal del cine entendido como película de 90 minutos.

AA: ¿Y el título?

AH: Es exactamente eso: That´s not Entertainment. Un cine no pensado para el circuito de entretenimiento. Es entonces un cine de ensayo, artístico, poético, un cine diario. Lo que hacemos es presentar, a partir de estos enunciados, descripciones muy elementales de su práctica: “cine hecho sin cámara”, “cine sin argumentos”, “cine hecho a partir de material rodado por otros”. La negación es muy evidente para la definición más elemental del cine. Entonces introducir como ejemplo de esas prácticas autores o películas que son canónicas por su experimentación es el recorrido paralelo de la exposición.

AA: ¿Son películas canónicas dentro de la marginalidad?

AH: Absolutamente, claro. Pero sólo porque no han tenido visibilidad. No son piezas que voluntaria o necesariamente aspiren a la marginalidad. Sí que hay un cierto tipo de cine más militante, por definición underground, es decir, que como contenido incluye contestaciones tan fuertes que entienden que les van a centrifugar de una cierta visibilidad. Pero hay mucho cine, tanto artístico como sencillamente cine, que jamás ha aspirado a no ser visto. Al revés, es decir, es un cine no entendido como entretenimiento, pero que nunca ha renunciado a seducir, gustar. Ahora bien, a veces por los minutos, el contenido, si no ha entrado en un circuito de explotación, evidentemente pasa a ser un cine invisible inmediatamente.

AA: ¿Qué criterio habéis utilizado para la selección?

AH: Hemos contemplado desde la posguerra en adelante, pero, prácticamente, hasta la posguerra, muchísimos cineastas trabajan indistintamente en un terreno en el que ni ellos mismos se consideraban experimentales en un sentido marginal. En Inglaterra, Glen Lay, Norman Mc Laren, trabajan sistemáticamente para publicidad. Era un momento en el cual el servicio postal británico encargaba películas publicitarias de carácter abstracto sin ningún problema y se pasaban antes de ver una película de David Lynch.

AA: ¿Crees que había más libertad de creación en esos tiempos?

AH: Sí, eran encargos, cortometrajes al final de los cuales se ponía el nombre de quien lo financiaba, pero el hecho importante es que tenían absoluta libertad, contenido libre. Se usaban como un pequeño aderezo antes de la función cinematográfica, pero para el cineasta representaba un ejercicio puramente experimental de formas y colores. Y nadie presumía que eso estaba hecho exclusivamente para  intelectuales, artistas o estudiantes de bellas artes, en absoluto.

AA: ¿Cómo definirías el entretenimiento, puesto que algunas películas que programa Xcèntric –y obviamente están fuera del circuito comercial– pueden ser consideradas por su público como entretenidas?

AH: Claro, ningún cine renuncia a comunicar algo, a emocionar, incluso a entretener, llamar la atención del espectador. A menos que sea el de Guy Debord. El cine es un mecanismo tremendamente seductor.

AA: ¿Cómo lo explicarías?

AH: El cine, por su carácter seductor, ha estado censurado, es un mecanismo en el que quedas absorto en un discurso y unas imágenes en las que cuesta relativamente poco abstraer al público y metérselo en el bolsillo. A esto no han renunciado ni siquiera las formas más abstractas que están presentes en la exposición, pues juegan con la atención del espectador, seduciendo, haciendo dudar de dónde estamos. Se están sirviendo de la suspensión crítica. Otra cosa es que no sean sólo entretenimiento.

AA: ¿Qué tipo de público crees que convocan las programaciones de Xcèntric?

AH: El problema es la programación de Xcèntric y todo el cine que no está destinado al consumo de entretenimiento. No hay salas específicas. El cine que programamos se coló en galerías, algunas instituciones, pero nunca ha tenido una sala específica. Este es el espacio que estamos intentando crear con las sesiones de jueves y domingo, y la exposición puntualmente.

AA: ¿Se han encontrado con dificultades para atraer públicos?

AH: En nuestro caso, la experiencia de la difusión de este tipo de cine, sea exposición o proyección en sala, está muy determinada. Es difícil encontrar el formato o consumo adecuado. Por otro lado, hemos pensado en algún tipo de espacio que a lo mejor debería incluir una cafetería, librería, que sirva de intercambio. Es un tipo de consumo muy predeterminado. Además, una sesión Xcèntric debería programar también un encuentro media hora antes, posibilidad de encuentro, de mediación de la información. Eso es un caldo de cultivo, un sistema de consumo frontal que propicia comunidades de consumo.

AA: ¿Qué se proponen con el archivo Xcèntric?, ¿desmontar el archivo consagrado?

AH: Primero que nada un archivo de consulta fácil y ampliar la idea del centro, entenderlo como laboratorio, lugar de experimentación donde la creación vibre. Además. La cultura del archivo pone en tela de juicio en el valor de las imágenes porque se ponen en el mismo nivel imágenes fundacionales y nuevas. El archivo es el nuevo reto al que nos disponemos después de cinco años de programación desde Xcèntric.

 

 
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