Asumiendo los imprevistos para llegar a Kavanayén.

Atardecer en ruta.

Donde entraban dos cómodos, íbamos cinco.

Ante la incomodidad, el mejor de los humores.

Teófilo, el conductor, dice tener ojos de tigre. De allí que a su camión no le hagan falta focos para adentrarse en la sabana.

La voz del cielo murmura con las nubes.

Paisaje sabanero.

Tránsito a través de ramas, agua tinteada de hojas, orquídeas voladoras y lajas que abren surcos.

De camino al salto El Hueso las ramas y los troncos penden como esculturas efímeras.

De árbol a transporte.

Anais, la tripulante más pequeña.

Ramas que esculpen su espacio entre el aire y la orilla.

El grana, el azul y el Karuai en una sola paleta de colores.

Salto El Hueso.

Tepuy.

Intersecciones.

Atardecer con churuata.

"Vendemos la artesanía de mamá."

El camino que conduce a Kavanayén.